In quel tempo, il Signore disse: «Guai a voi, che costruite i sepolcri dei profeti, e i vostri padri li hanno uccisi. Così voi date la testimonianza e approvazione alle opere dei vostri padri: essi li uccisero e voi costruite loro i sepolcri.
Per questo la sapienza di Dio ha detto: Manderò a loro profeti e apostoli ed essi li uccideranno e perseguiteranno; perché sia chiesto conto a questa generazione del sangue di tutti i profeti, versato fin dall'inizio del mondo, dal sangue di Abele fino al sangue di Zaccarìa, che fu ucciso tra l'altare e il santuario. Sì, vi dico, ne sarà chiesto conto a questa generazione.
Guai a voi, dottori della legge, che avete tolto la chiave della scienza. Voi non siete entrati, e a quelli che volevano entrare l'avete impedito».
Quando fu uscito di là, gli scribi e i farisei cominciarono a trattarlo ostilmente e a farlo parlare su molti argomenti, tendendogli insidie, per sorprenderlo in qualche parola uscita dalla sua stessa bocca.
IL COMMENTO
Chiudiamo, eccome se chiudiamo, e quante volte, le porte in faccia ai fratelli. Come i Dottori della Legge ci appropriamo della chiave della scienza e ci infiliamo nel buio piu' pesto del non senso e vi trasciniamo quelli che ci son vicini. Ai Dottori era stato affidato il tesoro più grande, la Scienza, ovvero la Torah, la Legge, l'Alleanza, la chiave dell'elezione e della missione del Popolo, e se ne erano appropriati nell'inganno demoniaco del potere e della vanagloria; chi ha le chiavi ha tutto, può decidere, può scegliere. Così i Dottori della Legge invece di custodire il tesoro affidato, attraverso le chiavi della responsabilità e della fedeltà, se ne sono impadroniti facendone uno strumento per farsi dio e usurparne il posto. Tante parabole descrivono questa perversione che sbarra al Popolo di Israele il cammino al compimento dell'elezione.
La stessa perversione è in agguato sui nostri passi; la perversione di appropriarci del tesoro che ci è affidato, i figli, il matrimonio, il lavoro, gli affetti, e la Grazia. Sì, afferriamo anche la Grazia facendone una nostra opera e accampiamo diritti e la usiamo secondo i nostri scopi, quelli che seguono i desideri della carne e dell'uomo vecchio. E chiudiamo la porta della Vita a tutti coloro che ci sono affidati, perchè, attraverso le Grazie donateci, possano entrare nel Regno di Dio.
Guai a noi dunque dice il Signore, infelici d'aver perduto il letto d'amore dove la vita, la pace e la gioia vera ci attendono. Guai a noi cadaveri ambulanti che vagano nei giorni disorientati senza Sapienza. Quante volte abbiamo disprezzato e spento la profezia nella nostra vita. Quante volte ci siamo tappati le orecchie per non sentire le parole di verità che illuminano i nostri cuori, preferendo la menzogna superba che ci dilania. Quanti sepolcri abbiamo aperto all'amore vero, quello che non fa sconti al peccato ma ha misericordia del peccatore. Quanti sepolcri abbiamo costruito, cercando giustizia e giustificazioni, seppellendo l'unica Verità capace di riscattarci.
Ma è Lui, il Signore Gesù, che ha cercato e raccolto la chiave. In Lui la chiave della Scienza è divenuta la Croce, abiurata, vomitata, gettata via come radice d'ogni male. La pietra scartata da tutti i costruttori d'un mondo migliore edificato su un nuovo ordine di buono e giusto. I signori dei laboratori, dei parlamenti e delle accademie, e tutti noi, poveri impiegati degli stessi laboratori, parlamenti e accademie, con lo scandalo della Croce appiccicato come lebbra, uniti a farla fuori. Anche oggi, anche ora, il Signore scende sino agli inferi quotidiani di tutti noi a spalancarci le porte dei nostri sepolcri, quelli costruiti per i profeti e nei quali, invece, precipitiamo ad ogni menzogna.
In Lui e' svelata ogni scienza, quella sublime dell'amore che riscatta e trasforma una vita schiacciata nell'egoismo e nella ricerca di sé in un dono totale. La Chiave che apre il cuore indurito e chiuso nell'orgoglio; la chiave che scioglie le catene della paura e della menzogna per aprire su nuovi orizzonti di verità. Nella Sua Croce gloriosa ogni nostra croce si riveste della Luce della Sua vittoria, la chiave che apre il mistero nascosto, il Suo amore eterno per noi che ci trasforma in amore e misericordia per ogni uomo, facendo delle nostre vite un cammino al Cielo per questa generazione.
Evangelio según San Lucas 11,47-54.
¡ Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado!
Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros.
Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos.
Así se pedirá cuanta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo:
desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto.
¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden".
Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas
y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación.
¡ Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado!
Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros.
Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos.
Así se pedirá cuanta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo:
desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto.
¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden".
Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas
y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación.
COMENTARIO
Cerramos, ay si cerramos, y cuántas veces, las puertas frente a los hermanos. Como los doctores de la Ley, nos apoderamos de la llave de la ciencia y nos metemos en la oscuridad más machacada del sin sentido y os arrastramos aquéllos que nos rodean. A los doctores les fue confiado el tesoro más grande, la Ciencia, es decir la Torah, la Ley, la alianza, la llave de la elección y de la misión del Pueblo, y si apropiaron de ello en el engaño demoníaco del poder y de la vanagloria; quien tiene las llaves tiene todo, puede decidir, puede elegir. Así los doctores de la Ley, en lugar de custodiar el tesoro confiado, por las llaves de la responsabilidad y la fidelidad, se han apoderado haciendo de ello un instrumento para hacerse dios y usurpar su lugar. Muchas parábolas describen esta perversión que acordona al Pueblo de Israel el camino al cumplimiento de la elección.
La misma perversión está en acecho sobre nuestros pasos; la perversión de apoderarnos del tesoro que nos has confiado, los hijos, la familia, el trabajo, los afectos, y la Grazia. Sí, también agarramos a la Grazia, haciendo ella algo como nuestra obra, y acampamos derechos y la usamos según nuestros objetivos, los que siguen los deseos de la carne y del hombre viejo. Y asì cerramos la puerta de la Vida a todos los que nos son confiados, para que, por las Gracias que nos han sido donadas, podamos llevarlos hasta el Reino de Dios.
Ay de nosotros pues! dice el Señor, infelices de haber perdido el lecho de amor dónde la vida, la paz y la alegría verdadera nos esperan. Ay de nosotros cadáveres ambulantes que vagan en los días desorientados sin Sabiduría. Cuántas veces hemos despreciado y apagado la profecía y la Sabiduria en nuestra vida. Cuántas veces nos hemos tapado las orejas para no oir las palabras de verdad que iluminan nuestros corazones, prefiriendo la mentira soberba que nos destroza. Cuánto sepulcros hemos abierto al amor verdadero, lo que no hace descuentos al pecado pero tiene misericordia del pecador. Cuánto sepulcros hemos construido, buscando justicia y justificaciones, enterrando la única Verdad capaz de rescatarnos.
Pero es Él, el Señor Jesús, que ha buscado y recogido la llave. En Él la llave de la ciencia se ha vuelto en la Cruz, abjurada, vomitada, echada fuera como raíz de cada mal. La piedra descartada por todos los constructores de un mundo mejor construido sobre un nuevo orden bueno y justo, lo que mata inocentes y que destruye familias. Los señores de los laboratorios, de los parlamentos y de las academias y todos nosotros, pobres empleados de los mismos laboratorios, parlamentos y academias, con el escándalo de la Cruz pegado como lepra, unidos a matarla y sepultarla. Por eso, por la misericordia y el celo, también hoy, también ahora, el Señor baja hasta a los avernos cotidianos de todos nosotros a abrirnos las puertas de nuestros sepulcros, aquellos construidos para los profetas y en los que, en cambio, precipitamos a cada mentira.
En Él es desvelada cada ciencia, aquella sublime del amor que rescata y transforma una vida chata en el egoísmo y en la búsqueda de si mismo en una entrega total. La llave que abre el corazón acartonado y cerrado en el orgullo; la llave que desata las cadenas del miedo y de la mentira para abrir caminos sobre nuevos horizontes de verdad. En Su Cruz gloriosa cada nuestra cruz se reviste de la Luz de Su victoria, la llave que abre el misterio escondido, Su amor eterno por nosotros que nos transforma en amor y misericordia para cada hombre, haciendo de nuestras vidas un camino al Cielo por esta generación.
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