Visita alla Piscina Probatica

Santa Ana y la Probática

En el lado septentrional del Templo, en el barrio de Betzeta, se ambienta la narración evangélica de la curación de un enfermo con 38 años de parálisis (Jn 5,2-18). En este sector se encuentran diversas piscinas entre las cuales está la probática (llamada también Betzata, Bethesda o Bethsaida). Una antigua tradición presenta, además, en el mismo lugar, la casa de Ana y Joaquín, padres de María. Hacer un clic sobre las fotos para agrandarlas

Eusebio de Cesarea junto a otras fuentes antiguas describe la piscina Probática conformada por dos cuencas gemelas destinadas a recoger las aguas que fluían en la estación invernal a través del valle del Betzeta (modelo expuesto en el museo local).

Las excavaciones arqueológicas iniciadas en el siglo XIX trajeron a la luz los restos de la piscina (negro), de los baños hebreos (verde), de un santuario pagano de época romana (amarillo), de la basílica bizantina de S. María en la Probática (rojo), y monumentos de época cruzada (azul).

La basílica bizantina se extendía en parte sobre las dos piscinas, como si estuviese suspendida sobre una amplia serie de poderosos pilares de los cuales sólo uno permanece intacto hasta hoy

El agua continuaba siempre a recogerse en las piscinas mientras la iglesia perpetuaba la memoria del milagro de Jesús. Abajo: una lápida que proviene de la tumba de "Amós, diácono de la Próbatica."

Las dos piscinas no fueron colmadas del todo después de la radical transformación operada por los cruzados. Hasta entonces la iglesia de la Probática sobrevivió pasando a través de sucesivas reconstrucciones.

A la obra de los cruzados pertenece la grande y bella iglesia de S. Ana, dedicada a la memoria de la Natividad de la Virgen María y ubicada sobre el borde oriental de la segunda piscina, aquella meridional.

En el ángulo sureste de la primera piscina, aquella septentrional, los cruzados sacaron provecho de un santuario de menor amplitud reservado al recuerdo de la curación del paralítico.

La capilla del paralítico (Moustier) tenía tres pisos. De hecho, el edificio estaba conformado por una cripta, decorada un tiempo con pinturas, e de una amplia cisterna. Los peregrinos descendía allí por una escalera oscura para poder degustar el agua milagrosa


En la capilla cruzada permanecieron integradas algunas partes de la antigua basílica. Después de que partieron los cruzados, esta parte del santuario fue abandonado a la ruina y al olvido.

Los resultados de las excavaciones en el área de la basílica son de grande interés. De hecho, los arqueólogos han traído a la luz una larga historia del uso del lugar como ambiente religioso.

De la basílica, además de los fundamentos, de los muros laterales y de los ábsides, permanecen algunas bases con el signo de la cruz esculpido en los cuatro lados. Una de las cuatro bases fue encontrada todavía en su lugar, mientras las otras han sido reubicadas.

La basílica bizantina recubrió precedentes construcciones pertenecientes a un santuaro pagano dedicado a un dios sanador o al egipciano Serápido o al griego Asclepio. Lo testimonian algunos objetos votivos encontrados en las excavaciones.

Ex-voto paganos:
1. Edículo con serpiente y espigas.
2. Moneda romana acuñada en Aelia Capitolina con representaciones del dios Serápido.
3. Estatuilla de mujer dispuesta a bañarse.
4. Bajorelieve en mármol del mismo sujeto.
5. Reproducción de una pequeña nave en piedra.
6. Pie votivo con inscripción griega: "Pompeia Lucilia, ha ofrecido".

La cantidad de baños y tinas presentes en el área son testimonio del empleo continuo del agua, no sólo con fines higiénicos, sino también para la purificación (miqveh), y talvez hasta incluso, Dios mediante, para curar (Jn 5,4). Área de la excavación vista dede el sur (a la derecha) y desde el norte (abajo).


La iglesia de Santa Ana sobrevivió porque el conquistador de Jerusalén, Saladín, la dedicó de nuevo como escuela de derecho coránico de la corriente Shafiita. Una lápida de mármol inserida en la fachada, directamente sobre la puerta principal, recuerda este suceso.

El emperador de los franceses, Napoleón III, a cambio de la ayuda prestada al Sultán durante la guerra de Crimea (1854-6), obtuvo la restitución del edificio para los cristianos. El arquitecto M.C. Mauss, enviado para hacerse cargo de la restauración, fue también el afortunado descubridor de la Probática.


En la cripta, que aquí se ve restaurada, los cristianos fueron capaces de mantener, a lo largo de los siglos, el recuerdo de la casa natal de la Virgen, incluso cuando la iglesia se encontraba en manos de los musulmanes.

En aquel tiempo a los cristianos no estaba permitido descender si no a través de una pequeña ventana ubicada en el muro sur de la iglesia (ver la flecha roja añadida al diseño original del padre E. Horn, 1742).


La pequeña ventana servía a los peregrinos para descender a la cripta. Es visible sea desde el interior (a la izquierda) que desde el exterior (a la derecha).

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